Libio Severo

(Murió en el 465 d. C.)

La muerte de Majorian fue seguida por un período de más de tres meses en los que no se nombró sucesor al trono del Imperio Occidental. Luego, el 19 de noviembre de 461 d. C., Libio Severo fue proclamado emperador.

Poco se sabe sobre los orígenes y la ocupación de Libius Severus, excepto que procedía de Lucania, en el suroeste de Italia.

Claramente era un emperador títere, controlado por el poderoso «maestro militar» alemán Ricimer, que había estado a cargo de la política del imperio occidental desde el reinado de Avito.

Pero el reinado de Libius Severus fue muy controvertido. León, emperador de Oriente, no estaba dispuesto a aceptar su nombramiento. Así también el general Aegidius, que era ‘maestro de los soldados’ en la Galia y comandaba un gran ejército allí, se negó a reconocerlo.

Mientras tanto, el comandante militar de Dalmacia, aunque este territorio pertenecía al imperio oriental, era un viejo enemigo de Ricimero llamado Marcelino, quien mostró abierta hostilidad (muy alentado por León) contra el emperador títere.

Actuando según los deseos del imperio oriental, los vándalos también se declararon abiertamente hostiles a Libius Severus. En lugar del actual emperador no deseado, el vándalo propuso al rey Geiseric Olybrius (que se convertiría en emperador en el 472 d. C.).

Con amenazas similares provenientes de los vándalos en el sur y de Marcelino en Dalmacia, Ricimer logró retirarse de su victoria sobre los alanos en Bergomum (Bérgamo) en el norte de Italia. Estaba en una posición embarazosa cuando tuvo que pedirle a Leo que los convenciera de abandonar sus amenazas hacia el oeste.

Marcellinus accedió a moderar los asuntos, pero Geiseric y sus vándalos intensificaron sus esfuerzos y lanzaron grandes incursiones en Sicilia e Italia.

Libius Severus murió el 14 de noviembre de 465 d. C. Las circunstancias de su muerte no están claras, pero el rumor de que Ricimer lo envenenó es probablemente cierto.

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J. Oscar

Lector y escritor apasionado por la historia de la humanidad, la filosofía y la ciencia. Dedico múltiples horas de mi efímera existencia a analizar y comprender los hechos (relevantes o no) de nuestra historia colectiva.

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